domingo, 30 de octubre de 2011

Quizá tu soledad ya tiene nombre
después de la sonrisa que le provocas;
un nombre conocido por tu tiempo
y completamente improvisado en tu presente.

Es tal vez de mí un recuerdo
atorado en la necesidad de tu vida
por tocar las estrellas infinitas
sin traicionarte la conciencia.

Quizá tu soledad ya tiene nombre
para buscarme los destellos
disfrazándolos de alguien
que supones no puedo ser.

Puede ser que sea la verdad de tus deseos
o el capricho de tus pensamientos;
como acompañarte de mi presencia
en brazos que no son los míos.

Quizá tu soledad ya tiene nombre,
que sigue siendo "soledad" como la mía
y encontraste sólo una excusa
para tenerme sin tocarme.

Tal vez su nombre es mi paranoia
inspirándome un suspiro y un latido
para hacer de mi noche una madrugada
y de mi madrugada un día para pensarte.
Me da lo mismo ser hoy
o ser ayer,
me da lo mismo ser mañana
o no existir,
me da lo mismo ser tiempo
o ser espacio.

Me da lo mismo ser yo
o no serlo,
me da lo mismo ser vos
o no serlo,
me da lo mismo ser nadie
o ser todos.

Me da lo mismo ser lo mismo
o diferente,
me da lo mismo ser arriba
o ser abajo,
me da lo mismo ser amor
o ser odio.

Me da lo mismo ser querido
o desechado,
me da lo mismo ser viento
o ser lodo,
me da lo mismo ser luz
o ser capricho.

Me da lo mismo ser soledad
o ser tristeza,
me da lo mismo ser vida
o ser suicidio,
me da lo mismo ser todo
o ser nada.

sábado, 29 de octubre de 2011

Salvate De Mí...

Salvate a vos de mí,
de esta cadena perpetua
en mi alma;
salvate a vos de mí,
de este corazón
en prosa.

Salvate de mí...

Salvate a vos de mí,
de estas inacabables madrugadas
acurrucada en mi pensamiento;
salvate a vos de mí,
de este manicomio bohemio
que solo abre de noche.

Salvate de mí...

Salvate a vos de mí,
para que pueda irme por el tiempo
y dejar atrás, lo que es de atrás;
salvate a vos de mí,
para que pueda morir en paz
y nacer sin extrañarte.

Salvate de mí...
Yo no escribo guerra,
escribo amor.
Yo no escribo lucha,
escribo amor.
Escribo patria,
escribo tú y yo,
escribo Guatemala.

jueves, 27 de octubre de 2011

Hoy, como ayer,
pasa con la rapidez
de un pensamiento eterno;
se consume cansado y trillado
como el Te Amo escrito en prosa
que se repite y repite
desde ese día y el siguiente
y el que le sigue a ese
hasta el hoy que muere mañana.

Tiempo, dicen...
Sucesión de principio a fin
que revienta tímpanos
gritando su eternidad
a diestra y siniestra
por la habitación entera;
esas paredes que aprisionan
el incisivo Te Amo
del ayer inmortal.

Tiempo, dicen...
remedio casero para momentos,
indulto para el Te Amo
vibrante, de cuerpo y alma,
eternamente sensible
pero sin voz ni voto
en los oídos que lo oyeron
sin escucharle el ánimo
de reinventar hoy sin ayer.

Tiempo, dicen...
aforismo que cura los males
de una historia con medio principio,
y sin final; versión inconclusa
del Te Amo irreverente
con que se dibuja un futuro
tan real, como el pasado
que se asoma a la ventana
sin jamás haber existido.

Tiempo, dicen...
el punto y coma justamente necesario
para seguir diciendo el Te Amo
de cada noche y madrugada,
con palabras tan bien disfrazadas
que provocan sonrisas satisfechas
de los demás, los que no vivieron,
los que no llegaron ni a oler
el perfume que hoy crea recuerdos.

Hoy, como ayer,
nunca termina sin arropar
lo que queda de vida
del Te Amo inventor de motivos;
ese Te Amo propiedad de nadie,
que se ve al espejo
repitiendo mil veces y mil más,
el silencio en prosa
con que ama sin ver atrás.

lunes, 24 de octubre de 2011

Ella se parece mucho a vos,
la voz, los gestos, las sonrisas,
los ojos; esa mirada de sus ojos
que me llega al fondo del alma...
se parecen tanto.

Ella es como tu abrazo,
confortante, cariñoso,
lleno de magia; esa magia
que transforma sombra en luz,
que llena el vacío, apaga el frío.

Me conoce de norte a sur,
está en mis valles y praderas,
camina mis pasos, ríe mi alegría;
ella está en mí, como vos...
se parecen tanto.

Dice y calla las palabras
que yo también digo y callo,
piensa los sueños conmigo,
baja a pedradas la luna
sólo para dármela.

Ella tiene tu aliento,
tu entusiasmo, tu energía;
es como vos a mi lado
respirando ilusiones; esas ilusiones
que son invención de dos.

Ella es cómplice de mis deseos,
compañera de mis desvelos,
aleada de cada suspiro;
ella es todo sin serlo,
como vos... se parecen tanto.

martes, 18 de octubre de 2011

Acuerdo amnistía con la noche
para evadir, entre dos,
visiones acumuladas en el techo
del pasado futurista
que detiene los pasos de un nuevo mundo.

Ella y yo en plena guerra,
atragantándonos batallas
una sobre otra, sin vencer,
sin morir, sin sangrar;
luchas del abuelo y del nieto,
del día a día, de ayer y hoy,
de una idea y un sistema.

Armados de valor y nostalgia
desparramamos discursos victoriosos,
llenos de revolución vomitiva
para reformar el tiempo,
llenos de sazón proselitista
para imponer a fuerza, libertad.

Ella y yo convencidos de la victoria
ilusoria de un sueño hecho real,
seguros del amanecer triunfante
del pasado insistente
que muere sin morir.

Tengo trato con la noche
para ser uno y ganar,
para ser dos e igual ganar
el juego que jugamos de día;
en donde el pasado nos inspira
inventar el futuro sin vivir
el presente.

jueves, 13 de octubre de 2011

Este final no es meta,
ni se acerca a ser principio;
no es que piense nunca acabar
o que jamás me anime a iniciar.

Es la página que cierra
esta colección de meses,
de ideas, sueños y sentencias;
una página más que recoge
guarda o quizá atesora
delirios de una mente
que grita con grafito,
locuras de un corazón
que ama con metáforas,
desvaríos de un alma
que tiene palabras por alas.

Este final es arpegio de ilusiones
para preparar el cambio armónico
a la tonalidad del mañana
que se acerca tras cada paso,
es nada más que el espacio
que no queda en estas hojas;
Este final que no termina
tendrá nuevo aire,
un te amo, un vamos,
un somos, un todo
y un nada.

martes, 11 de octubre de 2011

Veintiocho vidas vividas,
veintiocho amaneceres, veintiocho anocheceres;
recuerdos huérfanos, sonrisas, alegrías,
cristales en el cielo, pasos en la tierra.

Vengo deportado del día que nací
hasta el día que respiro,
dejando primaveras incansables,
noviembres llenos de su ausencia,
deseos a los que no les llega su mañana
y alguno que otro capricho inconcluso.

Vengo de esa noche en la cama de mis padres,
de la victoria en la carrera al vientre;
vengo de un abrazo, una caricia, un amor.

Ya son veintiocho veces lo mismo
y cada una distinta,
ya son veintiocho afirmaciones
de que persigo treinta ejemplos
y un sobrino,
mientras veintiséis abrazos
se alían con quince inocencias
para ayudarme a seguir.

Ahora celebro el milagro que me trajo,
ahora soy un poco más de un cuarto de siglo,
ahora tengo más pasado que ayer,
ahora el futuro está a un paso menos.

Veintiocho poemas de doce meses,
veintiocho bienvenidas, veintiocho despedidas;
experiencias millonarias, Fe, esperanza,
estrellas en el alma, luz en la vida.

domingo, 9 de octubre de 2011

Amor del bueno,
del único, del romántico,
de ese sin la predicción
que lo aprisiona entre iguales
y lo mal forma, lo mata.

Amor del bueno,
del único, del apasionado,
del que es como es
y se entrega sin pedir
una vez y mil más.

Amor del bueno,
del único, del sincero,
del que transforma en filtro
la apariencia de los pasos
que caminan sin descanso.

Amor, amor...
ese que ama del principio al final,
de pies a cabeza los rincones del alma;
ese que no lamenta estar presente
ante el atroz olvido de la razón.

Amor, amor...
ese que nace de la perfección de lo improvisto
y se nutre de la picardía de lo espontáneo
para darse en bonanza a quien no piensa esperarlo,
a quien no lo inventa por tener compañía.

Aquel impensable para el necio
que lo llama por nombre y apellido;
ese imposible para el sabio
que presume la elegancia ignorante
de las palabras puestas de frontera.

Amor del bueno,
del único, del cariñoso,
de ese que acaricia sin tocar,
ese que se siente en la mirada;
amor del bueno, del real.
Somos dos
los que dicen y callan
universos de capricho.

Los que nos vemos a ojos cerrados
mientras nos inventamos;
detallando nuestra existencia,
paso a paso,
hasta ser lo que queremos.

Somos cien,
que nos conocemos
mundos de argumento.

Que nos escuchamos a distancia
para declararnos guerra sorda
y ganar, y perder;
simplificando la vida,
poco a poco,
hasta acabar con el propio silencio.

Somos muchos
los que amanecemos
similitud y diferencia.

Los que aquellos y estos,
unos y otros esperan impacientes,
despiden elocuentes,
sin saber esperar,
sin saber despedir.

Somos todos,
imperfectamente perfectos
como astros, como rocas.

Los que llaman nombres de luz
en tanto la sombra no lleve su nombre,
los que gritan libertad al viento
encadenados a la necesidad de libertad
y atados al milagro de ser cada uno,
de ser dos, cien o muchos.

Somos,
porque nunca seremos;
somos,
porque siempre hemos sido.

martes, 4 de octubre de 2011

En donde el tiempo no es distancia
y la distancia no es soledad;
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

Para verte amanecer sonrisas
de esas sinceras y llenas de vida;
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
en el calor de un abrazo
o el embuste de una caricia.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
para ser tu respiración
o ser tu tacto.

Quizá sea en tus ojos,
en la mirada con que no me ves
cuando me poso en la ventana,
quizá sea en tu inconsciencia
que acoge sin pedir consentimiento;
puede ser acurrucado en la esquina
del infinito constante de tu mente,
justo al opuesto de donde escondes
los deseos y anhelos de tenerme,
tuyo, propio, con la imagen de ser
como soy pero no aparento.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
para algún día conocernos
o cruzar el mundo de la mano.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
en donde el pecado sea ignorarnos
o no vernos sea castigo.

Para acortar lejanía
de esa que une sólo en sueños;
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

En donde siempre seamos opuestos
y jamás estemos en contra,
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.
Pinto huída
y corro nostalgia,
abrazado a la idea
de encontrarme perfecto.

Pinto huída
y corro pretextos,
vestido color gris
para disimular mi ausencia.

Pinto huída
y corro diplomacia,
contratando recuerdos actuales
sólo por olvidar el olvido.

Pinto huída
y corro supuestos,
cogiendo por los pies
necesidades de la cabeza.

Pinto huída
y ...
corro.
Tus ojos amarrados con nudo ciego,
mis manos queriendo alcanzarte…
tú allá con los pasos estancados,
yo acá intentando alcanzarte.

¿A caso no me ves?
¿no puedes abrir la mirada un instante?
¿a caso es de acero la venda de tu camino?
¿no sientes mi voz que te llama?

Tus palabras sólo mis oídos escuchan,
mis abrazos sólo esperan tu cuerpo…
yo acá con sueños para darte,
tú allá y la distancia entre nosotros.

¿A caso no me escuchas?
¿es tan fuerte la cadena que te ata?
¿a caso me convierto en silencio frente a ti?
¿no sientes mi vista rodeando tu sonrisa?

Somos tú y mi deseo,
somos yo y tu distancia;
almas impares que se llaman,
sueños unísonos que se esperan.

No seré yo quien te descubra los ojos,
para que me veas esperando por ti;
ni seré yo quien intente convencerte
para que salgas de tu escondite.

No serás tú quien me haga esperar,
para entregarte un beso;
ni serás tú quien intente forzarme,
para que mude mis pasos lejos.

¿a caso no te das cuenta?
la distancia no me deja amarte,
¿a caso mi voz se pierde en el viento?
te hablo mis ilusiones para darte.

Puedo darte mi tiempo,
entregarme a nuestro camino,
regalarte el universo compartido,
pero veme, acá estoy, veme.