martes, 11 de octubre de 2011

Veintiocho vidas vividas,
veintiocho amaneceres, veintiocho anocheceres;
recuerdos huérfanos, sonrisas, alegrías,
cristales en el cielo, pasos en la tierra.

Vengo deportado del día que nací
hasta el día que respiro,
dejando primaveras incansables,
noviembres llenos de su ausencia,
deseos a los que no les llega su mañana
y alguno que otro capricho inconcluso.

Vengo de esa noche en la cama de mis padres,
de la victoria en la carrera al vientre;
vengo de un abrazo, una caricia, un amor.

Ya son veintiocho veces lo mismo
y cada una distinta,
ya son veintiocho afirmaciones
de que persigo treinta ejemplos
y un sobrino,
mientras veintiséis abrazos
se alían con quince inocencias
para ayudarme a seguir.

Ahora celebro el milagro que me trajo,
ahora soy un poco más de un cuarto de siglo,
ahora tengo más pasado que ayer,
ahora el futuro está a un paso menos.

Veintiocho poemas de doce meses,
veintiocho bienvenidas, veintiocho despedidas;
experiencias millonarias, Fe, esperanza,
estrellas en el alma, luz en la vida.

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