martes, 4 de octubre de 2011

En donde el tiempo no es distancia
y la distancia no es soledad;
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

Para verte amanecer sonrisas
de esas sinceras y llenas de vida;
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
en el calor de un abrazo
o el embuste de una caricia.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
para ser tu respiración
o ser tu tacto.

Quizá sea en tus ojos,
en la mirada con que no me ves
cuando me poso en la ventana,
quizá sea en tu inconsciencia
que acoge sin pedir consentimiento;
puede ser acurrucado en la esquina
del infinito constante de tu mente,
justo al opuesto de donde escondes
los deseos y anhelos de tenerme,
tuyo, propio, con la imagen de ser
como soy pero no aparento.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
para algún día conocernos
o cruzar el mundo de la mano.

Hazme un lugar,
un sitio cualquiera,
en donde el pecado sea ignorarnos
o no vernos sea castigo.

Para acortar lejanía
de esa que une sólo en sueños;
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

En donde siempre seamos opuestos
y jamás estemos en contra,
hazme un lugar,
un sitio cualquiera.

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