viernes, 10 de junio de 2011

No te pretendo la belleza que aparentas,
es más bien el compendio de tus luces;
ese brillo incandescente que te brinca de la piel,
como luciérnaga sobre el pasto argumentado.
Es ese destello sin disimulo plantado
en los pasos que te llevan y traen a mi vista,
a mi mente, a mis deseos y anhelos.

Dimito de los parámetros para verte,
bella, fugaz y eterna, bella;
renuncio a la mirada objetizadora
de la que tan hecho víctima.
Sin tregua con el eco, solo digo
que no soy capaz de verte la apariencia
fría y calculadora con la que quieres conquistar
ojos ciegos y muertos, que no te ven.

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