Siempre será una eternidad
el segundo en que trate de explicar
con palabras,
los impulsos, cada vez más fuertes,
del interior de corazón.
Nacen y dicen, nacen y abrazan,
insisten, insisten, insisten,
para hacerme llegar a un lugar
desconocido y lejano
o tan solo para abrirme los ojos
y ver que ese lugar soy yo.
Nunca termina, aunque este cerca,
cada vez hay más camino por recorrer;
las palabras, las palabras no hablan
y el camino se llena de gritos.
Motivos e impulsos, causas y razones,
insisten, insisten, insisten,
Para llenar el vacío inexistente
entre pecho y espalda.
Es un momento,
para explicarlo todo
o para entenderlo todo;
tan solo un momento
en el que el tiempo se detiene
para que las palabras vivan
y aunque no se entiendan
prevalezca su sentir.
Ya está dicho,
un principio, un final;
ya está dicho,
un sentir...
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