viernes, 6 de mayo de 2011

Me encontré con este fantasioso amanecer,
con esta idea de escribir algo más,
solo, recostado en un laberinto de pensamientos.

Vi por la ventana, delineado en la cortina,
envuelto en el humo que fue noche
y se transformó en madrugada,
ese personaje tan igual a mí.

Tal vez es la práctica de mi mente,
dije,
para amancillar los sueños futuristas
y galopar prendido de una ilusión
dejada a su suerte.

Quizá tan solo sea la costumbre de mi sombra,
pensé,
imitando los movimientos, vaivén de mi cuerpo,
que la noche abrigó y acogió
como siempre.

Al final, las palabras surgieron una tras otra
para repetir el eterno discurso de mi vida,
para decir un nuevo verso, lleno de melancolía,
para dibujar otro desvelo coronado de esperanza.

Nada más fue un instante,
sólo un momento eufórico
para descargar el frenesí
que nace con la mañana,
entusiasta, animoso,
optimista de cada día.

Fui ese personaje que promovió estas palabras,
el que dio vida a esa idea de escribir,
¿solo? quizá...

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