martes, 21 de octubre de 2014

18-10-2014

Le temo tanto
a esas últimas palabras,
que son, también,
amor al lleno vacío
y odio a la solitaria
compañía,
que son tiempo distante,
lágrimas petrificadas
y algún intento de caricia.

Me falta valor,
me falta fuerza,
coraje;
los años me hicieron 
cobarde.
Me quitaron ilusiones,
sueños, esperanzas
y no puedo, no puedo
tan sólo decirlas al viento.

Perdí motivos egoístamente,
deseché razones por desesperación,
evadí señales sin remordimiento,
traje del pasado lo bueno y lo malo
que hoy es la vida que tengo,
que vivo vacía de tu presencia,
vacía de la física de tu sonrisa
y el calor de tu abrazo,
vacía de lo que sos cuando estás acá.

Temor y rabia,
enojo contra todo eso
que te aparta,
que soy yo, sordo;
que sos vos, ciega,
que somos nosotros
orgullosos y cobardes,
buscando desde afuera
lo que es y vive desde adentro.

Le temo al temor
de perder lo que es mío,
lo que ama esa parte de vos
escrita en casi todas
mis letras;
al temor de que escuches
lo que no te digo
y lo uses, sin querer,
también en contra mía.

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