Te esperé un hola,
un saludo cualquiera.
Te esperé un ¿qué tal?
y nada.
Te esperé una frase,
cualquier palabra... cualquiera,
un verso en prosa,
una rima mal hecha.
Te esperé movimientos,
un ademan cualquiera,
algún tipo de gesto
y nada.
Te esperé los arribas,
los abajos también,
todos los fueras
y el resto de adentros.
Te esperé las mentiras
y sin duda las verdades.
Te esperé lo falaz y lo sincero,
y nada.
Te esperé las veces que te vas,
las que te quedas sin estar,
las que vuelves sin haberte ido
y las veces que huyes pero estás.
Te esperé los triunfos,
las difíciles vergüenzas.
Te esperé los finales
y nada.
Demonios, te esperé.
Te esperé un Te Amo...
Te esperé un te odio...
Te esperé Todo.
Y siempre silencio.
Y siempre distancia.
Y siempre ausencia.
Y maldición, siempre ¡NADA!
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