domingo, 27 de noviembre de 2011

Siempre te he buscado la mirada
para que me digas tu interior
y me declares sin temor alguno
todo lo que tu voz dice a medias.

Me he perdido en tus ojos oscuros,
fijos, clavados en mi apariencia
como afiladas navajas de acero
torturando la aventura del quizá
con el que quiero abrazarte.

Es la combinación de tus ojos
con tu mirada, con la forma en que ves,
con ese misticismo que brota de ti,
la llamada que atiende mi alma.

Es como ver a través de un cristal,
como verte la línea del tiempo,
como verte desnuda en el viento;
tu mirada me abre tus puertas
para verte sin nada más que tú.

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