martes, 31 de mayo de 2011

Amo tu desnudez sin conocerla,
aunque reconozco los pliegues de tu piel,
las esquinas secretas de tu cuerpo,
la humedad de tu existencia.

Te vi vestida completamente desnuda,
para recorrerte las líneas,
acariciarte el sudor,
para beberme tu sabor,
arroparme de tu esencia.

Pero nunca te quitaste la ropa,
nunca estuvimos solos,
jamás fui únicamente tu momento,
tampoco una idea sola en tu mente;
siempre te cubriste con harapos,
todo el tiempo te pusiste argumentos,
fue perpetuo el maquillaje,
siempre hubo acompañantes extranjeros.

Amo tu desnudez sin saber de su forma,
la que siempre fue esquiva e impenetrable,
inmortal y lejana,
fría, reservada, fuerte.

Te vi bajo las sábanas,
perdido en tus movimientos,
de vaivén, de placer;
te encontré alaridos,
gestos, emociones, secretos.

Pero estabas tan distraída
en la opinión de tus miedos,
siempre perteneciste al resto,
nunca hubo permiso concedido,
ni tuvimos soledad
para volarnos uno a uno
en nuestro secreto

Amo tu desnudez,
la que nunca tuve,
que siempre fue irrespeto íntimo,
siempre estuvo con los demás,
que siempre tuviste
pero nunca me diste.

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