jueves, 28 de abril de 2011

Anoche
aparecieron repentinos,
alardeando eternidad;
presentaron viejas ideas
con nuevas palabras.

Fue como golpe insurgente,
minimizando la paz
a pensamientos y promesas
para instaurar igualdad.

Antes
la certeza de los golpes fallaba
lanzando supuestos a los pies,
disimulaban derrotas en la mente
dando aliento al oponente ausente.

Era como batalla sin contrincante,
misiles teledirigidos sin objetivo;
titanes acechando el vacío
para encontrar siempre nada.

Anoche
los fantasmas durmieron
mi sueño;
descansaron mis fuerzas
haciendo suyo el tiempo.

Pasaba como si a diario
se les permitiera adueñarse
de cada segmento
del alma.

Ahora
aunque sea ficticio,
es fáctico el alarde
y remarca cicatrices
que no tuvieron herida.

Es residuo acumulado,
óxido de afecto;
el ataque a los pies
es costumbre que mata.

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