Me invento un abril cada día,
para decir al oído de alguien
un paraíso;
los prejuicios a un lado
y al otro un nuevo saludo
a medias.
Siempre no es suficiente
saber que fui hecho
con cincel de argumentos
para callarme sueños
y repetir realidades.
Me siento adulto en el país
de nunca más,
siendo niño en la ciudad
madurez;
extraño para unos cuantos
normales,
común para esos otros
que nunca me ven.
No basta dedicar
canciones sin precio,
escribir poemas gratis
o componer sinfonías
de cortesía,
no basta.
Pregunta...
¿Soy yo?
¿Ese alguien con palabras
de grafito guardadas
en el puño que las pinta
o palabras del puño de alguien?
Invento fríos noviembres
en pleno verano,
para dar un abrazo a alguien
sin contrato de compra-venta;
dejando a simple discreción
quién supongo que soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario