viernes, 22 de octubre de 2010

Otra vez mi pecho me habla,
dice algo como verdades,
pero no logro entenderlo.
Cita recuerdos maravillosos,
oscuros, prometedores.
Casi estalla tratando de decir,
intentando llamar no solo mi atención
para dar alivio, respuestas,
solución tal vez ilógica.

Otra vez mi pecho retumba,
lleno de emociones ciegas,
perdidas en el laberinto mental
que no quiere soltarme.
Lee tus gritos,
escritos como los míos,
desconocidos, inentendibles,
los mismos gritos afónicos
que dicen, veme, acá estoy.

Otra vez, sí, otra vez,
preguntándome ¿qué es?
¿debo prestar atención?
¿debo buscar tus oídos?
¿para qué?
si solo escuchas balbuceos
de esos que dicen mucho,
confusos pero reales,
tardos y lentos pero reales.

Otra vez, mis noches,
se convierten en humo
que se lleva el viento,
se convierten en excusa
disfrazada de razón.
Noches que son días,
segundos que son horas,
tiempo que es eterno
mientras nos separa.

Otra vez mi pecho toma camino
para recorrer esas veredas
que un día quisimos ver juntos,
para que en el intento
sueltes la orilla y te aferres,
sin miedo, confiada, segura,
no a mí, no a ti,
a esa fuerza de ambos
que opacamos con palabras.


Otra vez mi pecho presiona
esa ingenua idea que te ama,
oprime las teclas de mando
para dirigirte estas palabras,
llena de valor mis manos
para buscar tus ojos.
Se roba palabras del viento
para internarse en tu pecho
y regalarte una sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario