jueves, 21 de octubre de 2010

No hay diferencia, dices,
mientras te callas algo,
después de decirlo todo.

Todo tiene un final, sentencias,
acumulando frío silencio,
arropando distancia.

Dime, reclamo,
en tanto suplico al cielo
palabras discretas.

Aún puede ser, argumento,
tratando de buscar alivio
en algunas palabras.

Es historia sin fin
de enunciados que van y vienen,
derrapando frenéticos
sobre tela de argumentos,
que dicen, niegan,
afirman, mienten...

Se promulgan verdades a medias
para calmar un corazón,
para calmar un pensamiento
que resultan siendo desprecio,
llenas de tu razón, vacías de mí,
llenas de mi sentimiento, vacías de ti.

Tengo la respuesta, grito,
enmudeciendo esa solución
posible entre ambos.

Juntemos las manos, propongo,
transmitiendo mensajes cifrados,
declarando plena confianza.

Ya no es posible, planteas,
persuadiendo mis ganas,
estableciendo barreras.

Esto terminó, afirmas,
concluyendo un libro
que apenas empieza.

Puñetazos delicados de cariño
saturan la atmósfera con muestras,
con intentos, con detalles,
con esa protección que damos,
inequívoca desde tu punto,
correcta desde el mío.

Dilemas del bien o del mal,
tan solo preocupación mutua
que resulta egoísmo,
brindando esa oportunidad de ver
las percepciones distintas
que buscan lo mismo...

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