Nunca escribí tu nombre
y con el tiempo,
lo pienso cada vez menos.
Ya sólo quedan los restos
desgarrados, inertes,
insensibles.
Se redujo todo a una estructura
más simple, sencilla,
sin los alardes futuristas.
Minúsculo, tal vez;
así, tan pequeño como nada
y a veces lleno como suspiro.
Aunque está sin estar,
cierto eco resuena
en los tímpanos del alma.
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