Ahora son dos,
y se sigue sintiendo
como ayer.
Me han sobrado tantas palabras
para maldecir la vida
desde que te fuiste
y tengo tan pocas
para encontrar consuelo,
porque no va a ser justo
jamás.
Y te lloro y te lloro
y te lloro,
y no alcanza.
Y te pienso,
y te extraño,
y te necesito
tanto y tanto.
Llegaron a dos,
sin detenerse,
sin dudarlo;
crecen sin piedad,
sin dar respiro,
crucificándome
a la espera
del abrazo que siempre,
siempre,
será deuda.
Y grito y grito
y grito,
y no alcanza.
Y te espero,
y te extraño,
y te necesito
tanto y tanto.
La promesa, hoy,
no me sirve.
Te quiero acá,
justo acá,
justo ahora,
justo a mi lado
queriendo que me escuches,
queriendo escucharte,
queriendo que me abraces,
queriendo abrazarte.
Y no alcanza y no alcanza
y no alcanza,
nada alcanza.
Y te busco,
y te extraño,
y te necesito
tanto y tanto.
Todo es silencio,
todo es tiempo,
todo es distancia
tan vacía de vos,
tan solitaria,
tan sin color
y tan llena
de ese vago intento
que la vida tiene
de volverte a ver.
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