domingo, 30 de marzo de 2014

30-03-2014

Hoy el tiempo recuerda tu ausencia
y la distancia crece como mi necesidad
de vos.
Hoy las lágrimas siguen sin ser suficientes
para explicar ¿por qué?
¿por qué tu vida te apartó de la mía?

Es que sólo te fuiste,
sin aviso,
y no hay una puta forma
para evitar que el maldito vacío
siga recordándome
que ya no estás.

En este inmenso vacío
se acaban las palabras,
me parto el alma gritando al cielo
exigiendo una maldita señal
que me diga ¿por qué?
¿por qué fue tan pronto?

Pero son sólo las mismas estrellas
que desde ese día brillan menos
que las lágrimas causadas por tu ausencia.
Son sólo nubes cambiando de forma,
oscureciendo la inmensidad, el día,
pero igual, sólo dicen nada.

No basta el consuelo
que me da recordar tu sonrisa,
ni tu alegría es suficiente
para calmar mi dolor,
porque te quiero aquí, ahora,
hoy que te necesito.

Para mí, sólo tu recuerdo no alcanza
porque siempre he querido más;
pero tu reflejo en tu pequeña,
en tu amado y el resto de los tuyos,
me abraza intentando decir
que seguís acá, conmigo, con nosotros.

Entonces el cielo pareciera iluminarse
llenando de esperanza un mañana que promete,
pareciera que el tiempo está de mi lado
y te llora conmigo para acabar juntos
con la penitencia que es esperar tu abrazo
sabiendo que no es posible más en ésta vida.

Hoy se cumple el primero de muchos de los que faltan
para que según la promesa, volvamos a vernos.
Hoy se inicia la nueva cuenta del día a día,
la de la distancia haciéndose más grande.
Hoy sigue siendo injusto, como ayer
y como lo será también mañana.

Y así será la siguiente vez,
y la siguiente, y la siguiente,
y cada vez que al calendario
le de la regalada gana
terminar el frío invierno
e iniciar primavera recordando tu partida.

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