Y yo acá, como siempre,
en la cueva detrás de mis palabras,
pretendiendo ser fuerte,
fingiendo la seguridad
que éste puñado de versos
provee.
Saboreando de la soledad
que es escribirle a lo impalpable
y el deleite que es extrañar
esos abrazos que se fueron,
anhelando ecos, murmullos,
o sonidos que llenen el vacío.
Sí, restándole mérito a la realidad
plagando de ideas mi cabeza
para seguir pareciendo sobrio
ante la necesidad que me late
en cada resquicio del alma
por volver, de algún modo, a ver.
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