viernes, 3 de mayo de 2013

03-05-2013


Pero tengo una lágrima
atorada en lo profundo 
del alma.

Y no sé si habría sido
más fácil creerle a la vida
que te cambió por la muerte,
si hubiese escuchado tu voz
tan sólo una vez más.

Un grito no me alcanza,
ni dos, ni tres.
Ni partirme la garganta
llena la falta que tengo de vos,
ni el vacío después de tu partida.

Cada día crece el tiempo,
crece la necesidad de sentirte,
de abrazarte con cada latido de mi ser,
de preguntarte tanto que no sé
y escuchar de tu sonrisa que me amas.

Pero aún tengo esta lágrima
atorada en lo profundo 
del alma.

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