martes, 16 de noviembre de 2010

Cuando te pintan de gris,
entonces te pierdo en un mosaico,
como un grano de sal en pleno océano;
entonces tu imagen no es más que una deuda,
no es más que un manto cubriendo verdades.

Desnuda ante la vista de quienes no te conocen
solo muestras esos atributos de buena apariencia,
esas virtudes de elegante demagogia mágica;
quizá un racimo de palabras pulidas con barro
y aquel dejo de satisfacción para mudos.

¿Cuánta gente se aferra a tus brazos?
evadiendo sueños, evitando ilusiones,
tratando de detener el tiempo que no existe;
justificando con efímeros suspiros
las razones para tomarte de la mano.

¿Cuántas personas defienden tu postura?
difieren escépticos de respuestas alternas,
dictan conferencias para darte base;
dicen que eres la ley del destino,
para negar ese evento fantástico.

En realidad no hay un número,
son muchos los que te niegas,
muchos los que te aceptan;
cantidades opuestas, intercambiables,
hoy me perteneces, mañana ya no.

Oh realidad que me tienes donde estoy,
que te invento con cada paso que doy;
oh realidad justa para los ciegos,
injusta para los que distinguen tu silueta;
Oh realidad, inciertamente... real.

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