lunes, 25 de octubre de 2010

Mi voz rasgada por el cansancio,
trata de interpretar una escena
musicalizada con los recuerdos
de una masacrada idea de felicidad.

Como una oda separada en tiempos,
te amo, te extraño, te odio.

Nunca creíste que fuera tan fácil,
tampoco percibiste lo difícil,
solo dejaste un interpuesto
como excusa para tu conciencia.

Así como un remiendo cobre agujeros,
pero no aprende de ellos.

Es increíble como llega al fin
un minuto, un capítulo, una frase,
sin aviso, fortuito como el viento,
duro como roca y suave como nada.

Nada más que pedazos de sobra
y partes de corazón en zozobra.

Marejadas de te lo dije, ya basta,
fue mucho, no es eso, detente;
ahogan los frutos del pasado,
cubren las huellas de nuestro paso.

Panacea de la cultura mental
adornada con costumbres artesanas.

Ahora que no estoy, no lo sabes,
pero dices hacerlo sin dudarlo.
Yo no lo sé, excusando tu ausencia,
para aprender a darte algo.

Pretexto para el álter ego
que aún cree en sus añoranzas.

Destinos cruzados por un motivo,
te tienen allí, lejos, cerca.
Destinos impares de una vida,
me tienen pensando en un nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario