De la mano del olvido inicia el viaje,
con destino indescifrable para los ojos
llenos de la luz de la despedida,
llenos de abrazos hechos de agua.

Imagino que no te veré aunque estés frente a mí,
la franqueza de tu antifaz y la dureza de tus palabras
disuaden mi esperanza de permanecer en pie
junto a la hoguera donde se funden nuestras almas.

No diré nada, si mis manos escapan contigo,
ni amarraré mis pasos si desean caminar
buscando la tranquilidad de tu sonrisa,
tampoco ahogaré el deseo de ser libre.

Tengo un puñado de enunciados para irme,
mil frases para desaparecer por completo,
tal vez, cientos de pensamientos para volar lejos,
tan solo un sentimiento para quedarme.

Una fuerza que mientras más me aleja
escribe mi nombre justo al lado del tuyo,
que intenta borrar quizá el reflejo de la memoria,
esculpiendo tu cuerpo junto al mío en el tiempo.

No caigas en la doctrina del adiós,
la del argumento fugaz,
la de un vistazo lejano,
no te resignes a la despedida.

Si mi voz y mis gestos callaren algún día,
escucharas en tus latidos el palpitar de mi alma,
volviéndose un solo pulso en la distancia,
simpatizante de la pasión que siempre nos une.

Eres tu quien se marcha conmigo,
soy yo quien espera contigo,
somos quien acude a la cita
sin saber si es allá o es acá.

No digas nada, si tu corazón me persigue,
ni detengas tu camino si cruza el mío
buscando la seguridad de mis brazos,
tampoco detengas el deseo de ser libre.

De viaje me voy, pero me quedaré siempre a tu lado
juntando estrellas para prenderlas en nuestro cielo,
creando fantasías únicamente entre nosotros,
enumerando palabras para no separarnos.

De viaje te vas, pero te quedarás siempre a mi lado
juntando caricias para ponerlas en nuestro mundo,
fabricando ilusiones de nuestros sueños,
contando motivos para no separarnos.

No me voy, no te quedes,
no me quedo, no te vayas,
estoy acá, estoy allá,
estas allá, estas acá.