lunes, 5 de octubre de 2009

Eterna fue la noche que pase convenciendo a mis pasos para este paseo intentando olvidarte, mientras se mutilaban entre si mi alma y mi mente.

¡Olvídala, déjala que no esta! La consigna en mi cabeza, en tanto la esquizofrenia de mi pecho trataba en vano dibujarte a mi lado una vez más.

El nuevo amanecer tocó mi ventana y traía con más fuerza el mensaje que la puesta del sol había estampado en las paredes de mi habitacion.

Te busqué entre lágrimas secas, entre sábanas de recuerdos y suspiros entrecortados pero nada funcionó, entonces camindé decidido a dejarte.

Visité lugares en los que estuvimos y sitios que nunca pisaste, solo para darme cuenta que ya no estarás pero a donde quiera que vaya siempre iras.

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